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Bruma

Actualizado: 18 jun 2020

"La música es un refugio, una realidad alternativa y más amable que está siempre disponible para mí"

Pocas veces surge en el panorama nacional un disco como Far From Me, una propuesta diferente, cocinada con alma, desde dentro y donde menos es más. Desde su concepción, el productor y músico madrileño BRUMA se propuso un reto, la búsqueda de un sonido propio capaz de recrear paisajes emocionales con texturas electrónicas de carácter orgánico.


Hola Bruma, ¿cómo estás? ¿Cómo ha empezado tu día?


Bien, ha empezado corriendo, que es una costumbre que he cogido durante el confinamiento, con el gimnasio cerrado. Curiosamente, me he acostumbrado a salir a correr y creo que a partir de ahora me voy a ahorrar la cuota del gimnasio.


¿Qué es lo que más te gusta hacer antes de ponerte manos a la obra? ¿Tienes algúnn pequeño ritual inicial?


Normalmente siempre tengo algo concreto en lo que trabajar, sea un concierto o un trabajo para audiovisual, así que antes de ponerme a ello suelo permitirme “jugar” un rato con mis máquinas, algún plugin, simplemente tocar sin mayor pretensión, algo que es esencial para no perder el gusto de hacer música, a pesar de que se haya convertido, por momentos, en un trabajo también. Ahora disfruto mucho con mi nuevo sintetizador, el Analog Four de Elektron, así que antes de ponerme a trabajar suelo tocar un rato con él.

Cuando empiezas a trabajar, ¿sueles echar a menudo la vista atrás a tus anteriores trabajos?


Cuando empiezo con un proyecto nuevo, si. Soy bastante prolífico, me resulta fácil sacar ideas nuevas de forma natural, así que mi ordenador está lleno de sketches de ideas que suelo revisitar, porque en ocasiones una idea, vista en perspectiva, de repente se revela como valiosa, digamos que aguanta el paso del tiempo, y destaca sobre las demás, y a veces puede ser un buen punto de partida para ese proyecto nuevo.


¿Cómo nace Far From Me? ¿En qué te inspiras?


Pues nace, por un lado, de la necesidad de expresión de una serie de sentimientos tras una época de mi vida difícil y en la que no acababa de encontrar mi lugar y, por otro, de la decisión de mudarme a Berlín, con todo lo que estar en un nuevo lugar te influencia como persona y como músico. Volví a Madrid con el disco ya terminado, así que se podría decir que este álbum es la banda sonora de una búsqueda personal y musical a través del alejamiento de mi realidad habitual. De ahí el título, Far From Me.



¿Por qué sientes la necesidad de alejarte de ti mismo? ¿Qué intentas transmitir?


Bueno, porque soy básicamente un coñazo. ☺ Soy una persona hiperconsciente y excesivamente analítica, y esto, en un mundo donde el sentido común, la honestidad y el respeto mutuo no es precisamente un valor en alza, creo que te convierte en una persona que tiende al sufrimiento y a la duda constante. La música me sirve para encontrar un “mundo paralelo”, cuando estoy componiendo todas esas reglas que aplican en la vida real desaparecen, y puedo jugar con otras reglas que me gustan más, las de la estética sonora, los acordes, las texturas, la belleza del funcionamiento de la tecnología, y la libertad de expresarte sin ningún tipo de cuestionamiento. Es un refugio, una realidad alternativa y más amable que está siempre disponible para mí.

Háblanos de los instrumentos que usaste para llevarlo a cabo.


Pues esto también ha sido un proceso, que creo ha terminado al acabar el disco. Básicamente he simplificado mi set, porque considero que, como músico que soy, es mejor aprender a conocer mejor menos instrumentos (como cualquier músico digamos analógico, que pasa toda una vida con el mismo instrumento), que estar permanentemente cambiando. Pero para eso tienes que encontrar los adecuados. Cuando comencé a componer, trabajaba con un Octatrack como “cerebro”, el Prophet 8 como mi sinte principal, un Moog Slim Phatty, una caja MFB Tänzbar, y varios efectos hardware. En software, sobre todo investigaba plugins para procesar la voz, el Harmony Engine de Antares, por ejemplo, y Ableton Live me servía principalmente para grabar y mezclar. Ahora, Live es el secuenciador principal, mantengo el Prophet (aunque me gustaría hacer “update” al Rev2”), y tengo dos máquinas Elektron: Analog Rytm y Analog Four. Creo que Overbridge es uno de los mejores inventos de la tecnología musical reciente… los efectos hardware los vendí y me he quedado con una selección en software, de mis favoritos: Izotope (para voz principalmente), SoundToys y Melda Productions.



¿Por qué esa necesidad de hacer un sonido más orgánico?


Porque los sentimientos son orgánicos. Mi estética musical se basa en una exploración emocional, y me cuesta mucho pensar que para expresar mis sentimientos utilizase sonidos digitales, simplemente no se sentiría natural. Más allá del “hype” de lo analógico, hay una realidad: trabajar con máquinas te hace desarrollar una relación con ellas, un vínculo, yo por ejemplo llevo más de 10 años con mi Prophet, y es un instrumento al que literalmente le tengo cariño, me ha dado muchos momentos de felicidad. Esa relación que se genera con las máquinas, a la hora de sentarte a componer, se transmite, como le puede pasar a un guitarrista con su guitarra favorita. Lo digital, a través de controladores, hace que sea mucho más difícil desarrollar un vinculo natural hacia mi, es más difícil sentir amor por un plugin que por una máquina para mi. ☺ Y que sean analógicos, es porque aunque no soy un purista, me gusta la idea de cambios de voltaje, me hace, de nuevo, apreciar la máquina como algo más antiguo, más entrañable, que la circuitería digital (aunque todas mis máquinas tienen una parte digital).


Por la situación de C19, ¿te has llegado a replantear tu sonido?


No, porque por suerte nada más terminar el disco, desarrollé el sonido del que será mi próximo álbum, digamos que todo lo que aprendí haciendo Far From Me me ha servido para, de forma muy rápida y natural, para superar ciertos clichés sonoros que arrastraba, y llevar mi sonido a una simplicidad que me encanta. El principal cambio es que he descubierto una manera de cantar en castellano sin sonar “indie”, y esto es un gran logro, creo. He aprendido mucho de escuchar obsesivamente a Arca, Nicolas Jaar o Helado Negro, tres artistas que han sabido cantar en su idioma madre de una manera muy diferente. Rosalía también lo ha conseguido, pero no me sale de forma natural lo “aflamencado”. Todo lo que fui, una canción de Far From Me, fue la primera vez que me atreví con el castellano, y ese es el camino que seguirá mi próximo disco. Es una maravilla poder expresarte en tu lengua principal.


Si tu sonido pudiéramos expresarlo de otra manera, mediante una referencia o forma específica, ¿cómo sería? ¿A qué se parecía o cuál sería su referencia más directa?


Mi referencia más directa, en la que me fijo, son los sentimientos. Me interesa mucho la idea de cómo se generan, y cómo se adueñan de nuestro comportamiento, muchas veces, la mayoría, de forma inconsciente. Pienso sinceramente que una persona que llegue a conocer bien su forma de sentir, es alguien que puede encontrar mucha paz interior. Estudié Psicología como carrera, así que son temas que me interesan mucho, y cuando me siento a hacer música, mi intención principal es llegar a poder expresar esos sentimientos inconscientes, a sacarlo, porque es una experiencia muy liberadora.


Cuando ves o lees una narración, ya sea en cine, literatura... ¿en qué te fijas? ¿Qué es lo que más te atrae de una historia?


Yo trabajo como comisario y programador, musical pero también en artes visuales. Así que una parte fundamental del mismo es ver, mirar, escuchar y, luego, seleccionar. Desarrollar un criterio para decidir lo que pasa el filtro y lo que no. Así que, por pura deformación profesional, cuando veo, leo o escucho algo, “activo” ese sensor inconscientemente, y me ocurre que he aprendido a detectar la falta de talento y honestidad muy rápido. Especialmente lo segundo, que creo que es casi más importante que el talento. El expresar lo que uno quiere expresar, de forma honesta, y sin “vestirlo” con clichés o pretensiones de ser lo que uno no es, me hace automáticamente desconectar de esa obra determinada. Desgraciadamente, esto es lo más habitual hoy en día. Eso si, cuando encuentro algo honesto y brillante… me obsesiono y lo disfruto al máximo, me devuelve la esperanza.


Esta fijación en estos detalles, ¿intentas de alguna forma extrapolarlos a tu música?


Claro, absolutamente. De hecho, soy mi peor crítico, soy tremendamente cruel en ocasiones, y de todas las ideas que pueda tener, muy pocas pasan el filtro. Mis canciones son básicamente las pocas ideas que soportaron mi proceso de selección y descarte.


¿Cuáles son tus proyectos presentes y futuros?


Los últimos meses han sido reveladores para muchas cosas, supongo que el confinamiento, y el estar más hacia dentro, me ha permitido reflexionar y avanzar en diseñar ciertas cosas para el futuro. Por ejemplo, siempre he hecho trabajos para audiovisual, pero lo hacía para amigos artistas, sin pretensiones profesionales. Pero me he dado cuenta de que lo disfruto mucho, y me resulta en general fácil contentar a los clientes, así que he recopilado mis trabajos para audiovisual en un proyecto, Bruma FX, y creo que es una parte de mi trabajo que ha llegado para quedarse, me gusta salirme de mi mismo, mis reglas, y tener que utilizar las de otros, y las exigencias del medio audiovisual, para componer. Me relaja y me quita presión. Por otro lado, como se canceló por el coronavirus mi gira de presentación de "Far From Me", he tenido más tiempo para trabajar en traducir las canciones del disco al directo, algo que para mi es muy importante, pongo el directo al mismo nivel que la grabación de un disco, me obsesiona el poder llegar a hacer un buen directo. Y me gustaría sacar tiempo este verano para sentar más las canciones de mi próximo disco, algo que me ilusiona mucho. Y por supuesto, trabajo en proyectos como programador y comisario, así que lo que me faltan son horas en el día…


Bruma

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