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Chimo Bayo

“No se puede tener nostalgia de algo irrepetible”

Chimo Bayo es incombustible. Sigue alimentando su mito y la época que lo forjó con entrega y sensibilidad. La radiografía cultural que hace de la ruta, siempre con humor y matizada con experiencias hilarantes, lo convierten en un sensei que ha sabido cuidar y enseñar, que por muchos prejuicios que se tuvieran al respecto, no dejó de ser un momento cultural interesante, a todos los niveles, que conseguir convertir a Valencia en un referente, en un lisérgico laboratorio musical referente en gran parte del globo. La estela de la ruta sigue vigente. El EBM vuelve a pincharse. Chimo está aquí. Y para esta entrevista hemos contado también con la presencia de su hija: Tanya Bayo, la herencia de todo aquello, pasado y presente en un mismo set, y la inestimable participación de dos genius como son: el inclasificable Muerte Horrible, y el diseñador: Alberto Silla. Enjoy.


¿Ya grabamos?

Sí, sí, esto es muy informal. Luego ya iremos ordenando.

Tanya, revisa, que seguro que me han grabado cantando: “Entre dos viejas.”


Tanya: ¿Entre dos viejas? ¿Qué canción es esa?

La de Los Héroes del Silencio: “Entre dos vieeejas, eeestás...”


Tanya: Ah, esa es la versión Chimo Bayo. Chimo Bayo Remix.


Asilo Remix.


Podemos empezar la entrevista por lo que nos comentaste por teléfono: cómo toda la época de la ruta del bakalao se ha entronizado y llevado a los museos. Es decir, cómo algo tan cargado de prejuicios, se ha convertido en objeto de culto.

Sí, ten en cuenta que nos ha costado mucho tiempo. Yo siempre he peleado por ello. Como habréis podido comprobar, yo no he salido en muchos documentales, siempre me he negado a salir en esas cosas porque casi siempre nos han retratado como víctimas. Muchos periodistas buscan ese tipo de noticias que escandalizan. Pero yo he peleado siempre para que se reconociera el trabajo. Y a mí, por ejemplo, me pueden acusar de muchas cosas, pero de lo que más orgulloso estoy es de que me acusen de haber hecho divertir a miles y miles de personas. Eso es lo que me pueden echar en cara a mí estando en la ruta del bakalao: que he hecho feliz a mucha gente. Y esa experiencia, para mí, es la más importante. Permaneces en la memoria colectiva de la gente, el “¡Hu ha!” ya es como un grito de saludo... Habría que luchar para metieran el “¡Hu Ha!” en el diccionario de la real academia española, como un grito de alegría, de libertad. Similar a una expresión valenciana como “che”. Algo típico de la ruta. La gente pensará que estoy loco cuando, a modo de saludo, pongo: “¡Hu Ha!”... Además, con la H y la U queda bastante aspirado. En cambio, con la J quedaría fatal: “¡Ju Ja!”. Por eso, el “¡Hu Ha!” es aspirado, y eso tiene mucho más que ver con la ruta...

A ver luego lo que ponéis, que sé donde vivís.

¿Sí?


¿Que sé donde vivís? No, hombre. Pero ahora lo apuntáis, y a ser posible, el teléfono de vuestros padres. Así les llamaré para decirles: “¿ustedes saben lo que hacen sus hijos?”


Por cierto, ¿he contestado a la pregunta?


Sí, más o menos...


En las entrevistas me preguntan veinte mil cosas, pero yo siempre contesto lo que me da la gana. Si me preguntas una cosa, a lo mejor te contesto con otra diferente.


Nada, tú tranquilo. Así está muy bien también.


No, lo digo porque ahora no lo estaba haciendo con vosotros. Con vosotros muchísimos respeto y lo que haga falta. ¿Sabéis? Yo soy un gran admirador de la gente joven. Me considero, a día de hoy, una persona joven también. Tengo 53 años, pero me siento entero después de haber pasado la ruta. Porque a todo esto, yo empecé a salir tarde. El secreto de la vida es no adelantarse a los acontecimientos. Cuando eres joven tienes que dedicarte a cosas de jóvenes, como ir al gimnasio, correr en moto, estudiar... Bueno, estudiar: entrar a robar los exámenes en el instituto por la noche... Cosas dignas. Y luego, cuando ya tienes 20 o 21 añitos, te dejas llevar un poco. Hay gente que empieza demasiado pronto a salir, y a los 20 está como mi padre. En ese aspecto, siempre he sido de la opinión de que cada edad tiene su momento. Yo empecé a salir entre los 20 y 21 años, y hasta entonces, salir para mí no era más que unas patatas bravas y un Trina. Era deportista, y a las seis de la mañana me levantaba para salir a correr en el circuito de moto. Mientras otros llegaban a casa, yo me levantaba. Y recuerdo que me iba con un señor muy mayor, que no creo que viva todavía, y al que le llamaban el abuelo de la Maico, porque llevaba una moto de esa marca. Y me iba con él en un Seat 1500. Colgábamos las motos en un carro, y hala. El tío tendría sesenta y pico años, y corría en motocross. Eso sí, me lo pulía yo. Él tenía una dos y medio y yo lo pasaba enseguida. Pero tengo un recuerdo muy bonito de ese hombre, porque era como esa figura del hombre mayor y sabio que coge al chico que destaca un poco... Hasta que un día me pegué la gran hostia, y claro, el destaque fue espectacular...


Por cierto, ¿qué me habíais preguntado?


Te habíamos preguntado cómo la ruta del bakalao se ha convertido en una pieza de museo.


Yo he luchado a lo largo de muchos años para que eso fuera cultura. Y al final creo que lo hemos conseguido. Fue un riesgo muy grande que hizo el comisario Luis Fernández, del MuVIM, el museo valenciano de la modernidad y la ilustración. Llegó a batir un récord de asistencia...


Que metan el “¡Hu Ha!” en el diccionario ya, joder. Pero pagando, ¿eh?

Ahora que la ruta del bakalao ya se ha asimilado y está, por decirlo así, “controlada”, actualmente, géneros como el techno siguen produciendo cierto rechazo. ¿Cómo lo valoras? También hay muchos clubs orientados a la música electrónica que están de capa caída...


Salvo cuando yo voy a actuar (Cuña publicitaria).

Sí, a ver, es que hay de todo. Hay gente que viene y me dice que la música de antes estaba mejor y tal, pero para los chavales de ahora, la mejor música es la que viven ellos en su juventud. Por eso, la juventud es el mejor momento para absorber cultura musical, como otras formas de cultura: cine, cómic, teatro, lo que sea. La gente que dice que la música de antes era la mejor es porque nosotros vivieron esa época tan bonita que fue nuestra juventud...


Muerte Horrible: Pero también hay un poco de...

¿Dónde está Wally?


Muerte Horrible: Siempre, ¿eh? siempre que me pongo esta camiseta ocurre.


Es que es clavado, míralo.


Muerte Horrible: He traído la cámara, me falta el bastón... No, lo que quería decir es que en esa época no había nacido...


¿Tú qué edad tienes?

Muerte Horrible: 23.


Mi hija tiene 22. ¿Tú eres del 93?


Muerte Horrible: Del 91.


Ayyy, cuando salió mi disco...


Muerte Horrible: Lo que quería decir es que lo que hicisteis era pionero. Pero, ¿no hay nostalgia de ello?


No se puede tener nostalgia de algo irrepetible. Esa es una frase mía que el otro día salió en El Hormiguero, y no sabían de quién era. No sabían si era de Frank Sinatra o Chimo Bayo, y al final lo acertaron, era mía. La idea de esa frase es que por mucha nostalgia que tengas de ese momento, no va a volver. Y en cuanto a mí, para nada, no tengo nostalgia. Yo pienso en el mañana. Pero claro, entiendes lo que significó aquella época para mucha gente cuando te detienen por la calle para hacerse fotos contigo o firmar un autógrafo. La gente piensa en los buenos momentos que pasé y paso junto a ellos: cuando descubrieron la noche, cuando pegaron el primer casquete en el coche... Hay gente que me ha contado que se fueron al coche, y ahí estaban tiqui tiqui ti, dándole, pero los dos pensaban: cuando terminemos, vamos a ver a Chimo enseguida. Y cuando salieron del coche, cayeron en una acequia, y luego, aun manchados de barro, entraron a la discoteca.


Se habla mucho de tus discos, pero no tanto de las sesiones oscuras de techno industrial que pinchabas. Esa parte nos interesa mucho.


Sí, hay mucha gente en Internet que conoce esa parte, pero yo no soy nadie para estar diciendo cada dos por tres qué hacía o qué dejaba de hacer. Intento subir a la red lo menos posible. Porque no me gusta la idea de que por más cosas que subas, más importante eres. Mis sesiones serán irrepetibles como el momento en el que se hicieron. Nunca he hecho una sesión igual. Incluso las mezclas perfectas que llegué a hacer, no las podía volver a repetir, porque no me acordaba. Hay gente muy meticulosa, que se apunta cada tema, y que consigue hacer cosas a base de trabajo, pero lo mío nunca ha sido a base de trabajo. Lo mío ha sido siempre ha base de emociones. Entonces, claro, tenías que estar allí físicamente para entender lo que estaba ocurriendo.


La gente que venía a verme los fines de semana tenía más experiencias conmigo, que la gente que me veía habitualmente entre semana. Aquello fue muy intenso, muy de experiencias sensoriales.


Pero si ahora pinchas esa música en un club, la gente no reaccionaría igual. Puede que incluso la rechazase.


Por supuesto. Las modas pasan. Yo soy de los que piensa que si me espero en la parada del autobús, ese autobús que ahora se ha ido, volverá. Ahora, la música electrónica oscura está creciendo un poquito más. Y por supuesto, los sonidos nuevos y los ritmos cambiarán. Aunque hay cosas que no soporto, como el hardcore, los ritmos ultrarápidos. Tienen que tener alma las canciones. De ahí que mis canciones permanezcan en el tiempo, porque tienen alma.


Esto está muy bien porque aquí está tu hija, que es la herencia de todo aquello.

Mi hija se queda flipada. Me conoce desde pequeñita y aun se sorprende...


Tanya: Claro, para mí él es único. Es la persona que trajo aquí la independización de la música, y después de una época muy dura que pasamos en España...


No había ningún tipo de apoyo. Incluso la canción: Así me gusta a mí, no la querían sacar. Querían que quitara el ¡Hu Ha!, el esta sí y tal, y nadie la quería sacar. Ni regalándola. Llegó un momento, cuando llevaba una discoteca y ganaba bastante dinero con las actuaciones, que esa canción la quería regalar, pero nadie la quería. Si al final la hubieran cogido, lo hubiera pasado fatal. Eso es una de las principales cosas que pasa en la vida, cuando tú haces una cosa, no la puedes vender de ninguna de las maneras, porque es una cosa creada por ti y tiene que permanecer ese porcentaje que te llegue como derechos de autor. Es como si pintas un cuadro, ese cuadro lo puede comprar otra persona, pero ese cuadro será tuyo siempre. Si yo hubiera regalado esa canción, me hubiera matado. Aunque sí que me la intentaron robar al principio. La pusieron a nombre de otra persona, que no diré el nombre, pero al final conseguí que la pusieran a mi nombre. Hay gente muy mangui.


Sí, y más en estas tierras...

Realmente, en Valencia, todas las compañías de discos eran innobles. En Barcelona también, pero tenían más marketing. Todas las compañías jugaban mucho con los autores, como el robo del 50% de la editorial, que es una cosa que no estaba escrita, y tenías que firmarlo sino, no te sacaban el disco. O sea, que se aprovechaban de la gallina de los huevos de oro hasta matarla. Y de ahí a otra cosa. Ninguno tenía ni la dignidad, ni la ética ni la moral, para poder llevar una compañía de discos. Aquello parecía una casa de putas, un coge el dinero y corre. Muy mal.


Muerte Horrible: Es curioso, porque toda la escena que se formó la sacaban los artistas, pero estaba bombardeada por la gente que editaba, por los medios, por la política... ¿Cómo se salía de ahí?


La cuestión es que la gente tenía mucha ilusión en tener su disco, entonces, claro, si había alguien que te lo podía sacar para hacerle un poco de repercusión, pues te atenías a ello. El tema Así me gusta a mí, fue el número trece de la compañía de discos: Área, que ya desaparecieron porque eran unos ladrones, y robaron todo lo que pudieron y más. Yo saqué el número trece de la compañía. No fui el primero de la compañía. Pero nunca pensé que ese disco fuera a tener la repercusión que tuvo. Ahora, lo que sí que sabía era que tenía dos opciones: o iba a pasar desapercibido o sería un pelotazo. ¿Qué ocurre? Pues que si lo hubiera sacado un año antes, hubiera pasado desapercibido, por eso mismo, el retraso de un año y medio que me obligaba, por un contrato anterior con la discográfica, y donde se subrayaba que no podía sacar el disco en otra compañía, ese año y medio que me intentaron perjudicar, es el que hizo que la canción saliera en el momento exacto. Hay mucha gente que te intenta hacer daño y lo que te están haciendo es un favor, sin darse cuenta. Pero esto siempre ha ocurrido en todas las historias de la música. Siempre están los creativos por una parte y los de la oficina por otra, que son los que se dedican a coordinar todo y a llevarse gran parte del dinero. Luego desaparecen cuando quieren, y el chaval, el creativo, claro, sigue con la ilusión que tiene.


Yo me siento muy orgulloso. No cambiaría nada de ninguna de mis canciones. Creo que es imposible hacerlas mejor. Mira que se han remezclado, pero no tienen el alma que la original.


¿Y no hay ningún remix que admires particularmente?


Bueno, me gustan algunos. Pero si ese disco hubiera salido tal como son los remix de ahora, no hubiera pegado tanto como el original. El original es que tiene una introducción que acojona, y cuando no sabes lo que va a pasar, empieza: tatatatatata ¡Hu Ha! Tatatatata... Te pone la piel de gallina. Y eso se consigue cuando la canción tiene alma. Cuando la pusieron en japón no se parecía a ninguna canción, y eso siempre ha sido una característica mía. Ninguna de esas cuatro primeras canciones se parecen entre sí: Bombas, Así me gusta, La tía Enriqueta y Química. Todas son completamente diferentes, pero se sabe que son mías.


Sí, y luego las letras son muy ambiguas...

La ambigüedad coherente. Es mesiánico. De ahí he creado el concepto. Es ambiguo o coherente dependiendo de la interpretación. O sea, los jóvenes interpretan una cosa, los mayores otra, los niños otra, los que salen de fiesta otra... Una canción tan libre como esa, no hay.

¿Qué tipo de música pinchas, Tanya? ¿Qué locales frecuentas?


Tanya: De Valencia he salido por bastantes. Aunque por ejemplo, a La3 todavía no he ido, pero porque sé que me va a encantar. No podría salir de ahí. Conozco al jefe, he trabajado con ellos en Alicante, y la verdad es que muy bien. Para mí sería un regalo poder pinchar en La3. Pero poco a poco. Yo pinché por primera vez en el club más remember de Valencia: Moon. A esa gente le gusta la música de verdad. Allí pinché EDM y house comercial, pero porque me acoplé un poco a la actualidad. A mí me encanta la línea underground, poniéndole ritmos americanos como el trap and bass, que es muy cañero. El EDM está pegando muy fuerte. Yo lo bailo. Sé que va a ser una moda que en un año cesará. Pero, ¿qué será lo siguiente? No lo sé. ME gustaría indagar más en ello. Puede que techno y house, seguro, porque ahora Steve Aoki está pinchando mucho house.


Sí, los Zombie Kids también están tirando por ahí.


Tanya: El EDM está muy explotado, y al explotarlo tanto acabará pasando de moda muy rápido. La gente terminará de cansarse de ese estilo. Al principio, cuando empiezas a pinchar, tienes que seguir el rollo de la gente. Luego, cuando llegas ya a un cierto nivel, puedes pinchar lo que quieras y hacerlo a tu manera.


Si yo tengo que hacer una sesión, será algo único e irrepetible. Aunque realmente, no se puede valorar a un artista con una sesión que envíe a gente con la que quiere trabajar. Uno tiene que actuar y que vean quién es en directo. Lo otro son hipótesis. La esencia está en el directo. Pero para ello, hay que tener mucho gusto musical, criterio y cultura.


¿No te cierras a ningún estilo?


Tanya: Para nada. Salvo si va a muchos BPM, como reitera mi padre. Ese no es mi tipo de música. No me gusta. Es una música sucia y sin alma.


Música anfetamínica.


Yo soy más dulce. Soy una mujer. También soy cantante a parte de dj y quiero llegar a producir un tema con mi voz y que sea muy melódico, pero que meta caña al mismo tiempo. Ese es uno de mis próximos proyectos, que ahora es exclusivo.

Pero eso enseguida lo conseguirás. Además, esto es un hito. No ha habido hasta ahora, que yo conozca, ninguna dj que siga los pasos de su padre. Además, yo tengo mucha parte femenina, ¿verdad, Tanya?


Tanya: Y yo mucha parte masculina. Nos combinamos bien.


Me gusta la melodía, pero también, los ritmos más cañeros. A la hora de salir de fiesta, si salgo, porque no soy muy de salir...

Muerte Horrible: ...No quieres dormirte en la pista.


Tanya: Exacto, yo creo que en Valencia hace falta un sitio nuevo. Además de que necesitan a alguien como yo, porque yo soy muy actual, soy joven... Creo que lo tengo todo. Además, soy speaker, y puedo hacer voice live...


Hay una cosa muy chula, que ahora no ocurre y que en la ruta sí que ocurría, y era que un dj estaba todos los fines de semana en un mismo sitio. Entonces, claro, tenía tiempo y espacio para crear su propio estilo. La gente, cuando iba a la ruta, iba también a ver cómo hacías tu entrada de la noche, subiendo al escenario con las luces, la música, etc. La gente iba adrede a ver eso. En los sitios pequeños no suelo ponerme la coraza de leds, pero en los sitios grandes o en la televisión, sí, pero porque la gente relaciona Chimo Bayo con todo eso. Además, desde mi punto de vista, es un traje de combate. A mí me molesta mucho cuando me preguntan si me voy a poner el “disfraz”. Perdona, un poquito de cultura aquí. Porque a ver, ¿Batman va disfrazado? ¿Y Spiderman? ¿A que no? Pues si ni Batman ni Spiderman van disfrazados, yo tampoco. Para mí es un traje de combate para salir a hacer un concepto. Eso que dicen los actores de que cuando te pones el traje te metes de lleno en el papel, pues es absolutamente real en mi caso.

Por cierto, no he hecho todavía ningún “¡Hu Ha!”.


Vaya, es verdad. Tiene que haber al menos uno.


Ya veremos, porque me estáis empezando a caer un poquito mal.

Lo que comentabas en relación a los djs residentes, es verdad que hoy, la puesta en escena de muchos de ellos, es bastante aburrida. Sigue existiendo esa parte performativa, pero parece que ahora está más orientada a saltar y tirar confeti, que a añadir misterio y tensión, como era tu caso.


Tanya: Ahora mismo no hay nada original, realmente. Como mucho tener el pelo largo, si eres tío.


Pero porque intentan pasar más desapercibidos. Si a la labor de dj le añades la parte artística y performativa, más presión te metes a ti mismo. Si tú sales a actuar, y sales vestido del espacio, con tus gafas, improvisaciones y toda la movida, conforme va pasando el tiempo, la presión aumenta, porque tienes que ir añadiendo cosas nuevas, tienes que ir evolucionando, no puedes decir siempre lo mismo, tienes que inventarte cosas, abrir el micro y lanzarte, coger el momento... Y todas esas cosas son una exigencia, que si eres un dj que no hace nada, nadie lo va a echar de menos. Pero hay gente que ha llegado a colapsarse por ello, por eso lo dejan y se convierten en djs-laboratrio. Que me parece muy bien. Pero mientras ellos están mezclando, yo estoy arriba, en un podio, cantando. Y me canso, sudo, y termino hecho polvo. Me gusta acabar la actuación destrozado. Pero luego hay una paz... Es como si estuvieras en una pradera, y de repente el viento, al rozar las espigas unas con otras, hicieran “Hu Ha, Hu Ha”...


Alberto Silla: ¿Qué nos puedes decir del diseño comunista de las siglas CCCP?


Eso tiene una explicación. Normalmente, lo que llevan los demás no me gusta. En esa época todos llevaban gorras de la NBA, y yo llevaba el pelo largo e iba vestido de samurái. Pinchaba con falda de samurái. Con mi katana, con mi abrigo largo hasta abajo... La imagen ahora mismo sería espectacular. Era el ninja-dj. Y me ponía la coleta aquí arriba, pegada con pegamento, pero era un desastre, estropeaba los discos con la pasta, el sudor... Te lo puedes imaginar. Y el pelo se me caía con una clase...


Tanya: Eso no lo sabía yo.

Entonces, un día compré discos de importación de Londres, y en la caja venía una gorra roja. Y a mí me encantaban las gorras rojas. Así que me la puse para pinchar. Quería llevar la contra a toda la gente que llevaba gorras americanas...


Alberto Silla: ¿Y a qué respondían las siglas?


Las siglas CCCP no se referían a nada comunista, pertenecía al concepto de un grupo de aquella época. Además, ponía Cuartito Cuartito Cuartito Pam. Era por llevar la contra. Además, utilizaba la gorra porque se me enredaba el pelo. También era la época que empezaba a utilizar el micro inalámbrico, cosa que me permitió improvisar mucho más. Yo hablo mucho por el micro pero porque hablo al ritmo. Si no hablas al ritmo estás estropeando el baile. La voz tiene que convertirse en parte de la canción.


Bien, y ahora, si os parece, para cerrar de una manera entrañable esta entrevista, cantarme el chiquitán, a ver si lo sabéis cantar bien.


Oh, no nos acordamos...


Si no cantas el chiquitán os quito la grabación...


Muerte Horrible: Eso estaba al principio dela entrevista, lo de los derechos y tal.


Desnúdalos. Que no salgan al a calle.

Muerte Horrible: ¿Otra vez?

“Otra vez”, dice el cabrón...

Por cierto, quiero agradecer esta entrevista a M. Que es mi manager y mi novia.

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