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H4L9000

"La cuestión es seguir adelante y diferenciarse"

Entrevistamos al dj y promotor del festival Volumens: H4L9000.


¿Qué te llevó a la electrónica?

A los 12 años les pedí a mis padres por navidad, los tres primeros discos de Jean Michel Jarre y un tocadiscos. Estamos hablando del año 1982. Antes de todo el boom de la ruta del bakalao. En aquella época, cuando no tenía dinero para comprarme los discos, me iba a Oldies, a comprarme las portadas de ellos, que colgaba como pósters en mi habitación. Siempre he sido melómano y en la electrónica encontré unos sonidos y unas estructuras diferentes a lo que estaba acostumbrado en la música rock.


¿Nunca te identificaste con otros estilos musicales?

Con la pose rock no. Yo tengo cultura rock, pero no soy un rockero. Me gusta más el rock periférico y underground. Cuando aquí nació la ruta, me identifiqué hasta un tiempo cool este género, pero luego vino el New Beat, el EBM, y a primar más las drogas que la música. Así que yo ahí me derivé hacia el rock más extremo y experimental. Había una escena fuerte en Valencia, con grupos como Carmina Burana o Amor Sucio. Yo me crié con la Velvet Underground, con el rock oscuro sin llegar a ser gótico. Pero vamos, el rock primigenio, el de Carl Perkins, por ejemplo, me encanta. Incluso el de los setenta, con Led Zeppelin, Deep Purple, Joy División


New Order…

Sí, para mí New Order ha sido mi grupo de cabecera. Cuando vinieron aquí a Valencia la segunda vez, yo hacía un fanzine con más gente, y me busqué la vida para entrevistarlos, con sólo dieciséis años, hasta que lo conseguí. Tocaron en los conciertos de La Dipu. Hablé con la persona que tocaba, y no hubo problema. No tenía ni idea de inglés pero me fui con una amiga que me hizo de traductora, y fuimos a entrevistarlos una periodista del periódico El Lunes, que era un periódico que sólo salía los lunes, y nosotros, que éramos los que representábamos el fanzine. Aunque es un grupo del que siempre he renegado de sus directos. No me parece el mejor grupo en directo.

¿Cómo se llamaba el fanzine?

Sueños de Alcalpone SA. De grapa y fotocopia. Era la época de los fanzines punks. Aquello no tenía nada que ver con lo que se hace ahora.


Entonces, sería muy poca la gente que haría aquello. Así como hoy, muchísima gente tiene la posibilidad de hacerlo, gracias a las redes sociales y a la posibilidad de convertirte en un medio en sí mismo. Pero en tu caso, qué vino antes, ¿la música o el periodismo?

Con el fanzine empecé desde muy joven. Siempre quise cursar la carrera de periodismo, pero a lo largo del tiempo, no me ha hecho falta, porque he ido desarrollado esa faceta que me gustaba en varios medios. Con el fanzine, por ejemplo, lo hacíamos con gente de Valencia y Albacete, y fue un puente para empezar a colaborar con las primeras revistas gratuitas de tendencias, como PuntoH, Mondo Sonoro… Más adelante, ya empecé a trabajar com colaborador en Radio 9, y de Radio 9 a Canal 9, como asesor en un programa… Me ocupaba de la documentación, de los artistas que íbamos a tratar. Por eso siempre ha estado el aspecto periodístico de la mano con el musical de coleccionista. Pero bueno, ahora ya no escribo tanto como escribía.


¿Cómo y cuándo empezaste a pinchar?

Ante todo, soy un coleccionista de discos. Empecé a pinchar de forma casual, en el pueblo de mis padres, en fiestas de colegas. Yo me llevaba mis discos de Funky, y montábamos buenos saraos. Más adelante, en algunos pub, como el Escondite también hice de las mías. Pero hasta que no entré en la música electrónica, no empecé a mezclar. Una cosa me llevó a la otra. Fue algo casual. Nunca me ha llamado la atención la técnica de pinchar ni la figura del dj.


¿Por qué?

La figura del dj nunca me ha interesado. Una de las que más orgulloso estoy es que empecé en todo esto por coleccionismo, no por la figura del dj. Nunca he buscado pinchar, pero sí tener tal o cual disco. Soy dj tardío. Nacho Marco, sin ir más lejos, empezó con quince años, en Éxito 10. La técnica uno la va aprendiendo, pero lo que hay que tener, sobre todo, es criterio musical.

Y actualmente, ¿qué pinchas?

Ahora pincho menos electrónica. Ya no me llama tanto pinchar. Ahora estoy haciendo Cinematics, que en un principio surgió por tener algunos discos que se escapaban a los parámetros del baile, con la idea de sacarlos en una sesión y desarrollarlos en tal. Llevo ya siete sesiones grabadas, en lugares como La fábrica de hielo. Y por otra parte, estoy con la pool party, on música boguie, que en realidad es una vuelta los orígenes, cuando empecé con el disco.


¿Cómo consigues compaginar tantas facetas relacionadas con la música: dj, periodista musical, organizador de eventos, promotor…?

Me autodenomino un activista musical. A veces hasta he diseñado los flyers… Pero en ocasiones tienes que delegar, sino te vuelves loco.


¿Qué grupos musicales te han influido en tu educación musical sentimental?

Grupos como The Residents me han influenciado mucho. Si te has dado cuenta, yo no soy alguien que haga fotos promocionales de sí mismo. Me he criado en la filosofía de Joy División, Daft Punk… De ocultar el rostro y que la música o lo que haga en ese momento, tenga más importancia que mi estética.

Es decir, el sentido más clásico del dj, que era anónimo, y que la pista y el público, eran los protagonistas. Exacto. Ese anonimato de The Residents, por ejemplo, que seguían la teoría de la oscuridad, en la que para ser libre no tenías que ser influenciado por el exterior. Esa filosofía la comparto, aunque a veces tenga que hacer concesiones. Pero bueno, yo no tengo ningún book de fotos como dj. Ángel Molina, por ejemplo, también es así. No participa en el juego de las redes sociales.


Pero parece que los clubs, hoy en día, están estructurados para que la imagen tenga prioridad por encima de la música.

Sí. Ahora la música electrónica, así como al principio el house de Chicago y el techno de Detroit tenía un concepto muy underground, ahora lo que triunfa es la electrónica de masas. En EEUU ha triunfado la electrónica de masas, el EDM, la música sin alma. Un producto puro y duro. La electrónica de toda la vida se ha reducido a ghetos, nunca ha sido mediática.


¿Los clubs están en crisis?

Totalmente. Además, estoy leyendo mucho sobre eso últimamente. La cultura de los milenials están abandonando los clubs por los festivales. Los festivales ofrecen una oferta mejor, en forma de packs, menos orientada a la música como a lo que pasa alrededor de ella. Así como nuestros padres crearon la cultura del guateque, la generación siguiente, la de los setenta, fueron las boats, en los ochenta las macrodiscotecas, en los noventa las raves, ahora el público milenial posee unas herramientas que nosotros no poseíamos para relacionarse. Al fin y al cabo, las discotecas, además de ser un lugar donde escuchar música es un sitio donde relacionarte, para buscar novia, para encontrar un ligue de una noche. Ahora no les hace falta, porque tienen Tinder, Facebook, quedan los amigos para jugar a la Playstation… La crisis ha hecho que se busquen la vida de otra forma. Hoy la discoteca ya no cumple con esa función de encuentro, porque ya están las redes sociales, que son como unas discotecas abiertas 24 horas al día. Por eso creo que la cultura de club no vive sus mejores tiempos. La cultura de club, por otra parte, revalorizaba la música electrónica, le daba un estatus que estaba vilipendiado y maltratado por el consumo de drogas, que muchos rockeros achacan a la electrónica, cuando en el jazz, por ejemplo, la heroína estaba muy presente o la cocaína en el rock and roll. Por eso, me parece tan ridículo…


¿Qué significa para ti la cultura de club?

La cultura de club significa salir a divertirse, con todo lo que ello suponga. Lejos de reivindicar el consumo de drogas, lo que hace más bien es defender el avance de la música electrónica. Porque tan creativa puede ser la música electrónica como el rock and roll o el jazz.


¿Crees que hoy están en crisis las discotecas?

Totalmente. De hecho, las discotecas son cada vez más pequeñas. Lo que prima ahora son los festivales. Mucha gente no va a ver a un grupo o dj a la discoteca y, sin embargo, sí que se atreve a ir a un festival a verlo. Donde va Vicente va la gente.

¿Con qué tipo de festival te identificas más?

Ahora mismo, el LEV, por ejemplo, es el tipo de festival que más me gusta. Porque ahí se hace énfasis en la música, no es masivo y es cómodo a la hora de desplazarse. Y Sónar no me llama. He ido 18 años seguidos al Sónar y ya nada me sorprende.

¿Crees que un género como el techno está evolucionando?

Sí, de hecho, creo que está evolucionando más que el mismo house. De hecho, encuentro más experimentación dentro del techno que en otros géneros.


El Disco también ha tenido una revitalización, ¿no?

Sí, de hecho, lleva más de quince años reformulándose, desde los primeros Lindstrom y Todd Terje, sacando propuestas muy interesantes. Es un sonido nuevo. Lo que está haciendo gente como Alvaro Cabana, Gameboyz, Teniente Castillo


¿Cuándo empezaste a salir a La Ruta del Bacalao?

Pues si te digo la verdad, empecé salir los primeros años, que no había casi gente. Iba más a los conciertos. Siempre me han motivado más. Me hice clubber de mayor. Aunque siempre me ha gustado mucho la música de baile. Empecé a salir las discotecas cuando se introdujo la escena de Detroit y Chicago en Valencia. Entonces, aquello era algo minoritario. Lo podías encontrar en Éxito 10 o Body. Fue a partir de 1994 cuando empecé a salir de verdad a las macrodiscotecas. En el 95 fui por primera vez al Sónar, que era la segunda edición que hacían, y cuando vine a Valencia, vi que no había nada de eso aquí. Por eso acabamos montando un colectivo de dj en el que estaba gente como: Dioni Sánchez, Nacho Marco, Fran Campos, Jaime Romero… En aquella época trabajaba en Radio 9 y tenía buena relación a nivel de prensa, porque me conocía a muchos periodistas de aquí, y como la labor de promoción ya la estaban cubriendo Blanco y Jesús Ortega, con la promotora WHS, en Valencia, yo decidí hacer una fiesta al año, con la idea de transmitir también, fuera de Valencia, la idea de que aquí no sólo se escuchaba Bakalao, sino que éramos algo más. Con ello conseguimos, en el año 98, que tres valencianos pincharan en el Sónar. La labor era dar a conocer lo que se estaba haciendo aquí, en el underground, que era equiparable al o que se estaba haciendo en Madrid o Barcelona. Llegar a pinchar en un festival de las dimensiones del Sónar sin poner bakalao no fue una tarea fácil. Había muchos prejuicios hacia la escena de nuestra ciudad.


¿Y cómo valoras la situación en la actualidad?

Ahora, musicalmente, estamos mejor considerados. Mira Edu Imbernon, Jaime Romero, Nacho Marco o Daniel Kyo. Cada uno ha seguido su propio camino, con un estilo musical completamente particular y diferente.


Pero supongo que otros estilos musicales tendrían mejor consideración en Valencia.

En Valencia, al escena del drum and bass y de videojockeys, era muy potente hace unos años, en comparación con el resto de España. Y no es que crearan un sonido valenciano, ni mucho menos, pero ponían una potencia y dedicación incomparable a otros sitios. Ahora, en cambio, no hay una escena como la de antes. Así que esperamos recoger el testigo en un festival como el de Volumens.


¿De qué va el festival Volumens? Volumens es un paso más allá con lo que había comisariado en octubre. No eran directos visuales. Pero sí que había mucho videojockey y mucha implementación de la imagen dentro del club y de las fiestas. Así fue hasta el año 2011. Y desde el año pasado no se había hecho nada parecido en la escena visual del directo. Con un amigo empezamos a comisariarlo. En el año 2006 empezó el LEV. En ese momento nosotros empezamos a hacer el ciclo, pero habíamos perdido la comba. Así que decidimos hacer un salto cualitativo y cuantitativo con Volumens. Y ahí estamos, peleando para llevarlo adelante.


¿Qué problemas achacas a la edición anterior de Volumens?

Yo creo que no hemos sabido comunicar bien el espíritu del festival, porque al gente se quedaba más fascinada por el diseño del logo, de la calavera rosa. Pero una vez has hecho el aftermovie y la gente lo ve y entiende lo que de verdad se hacía en el MuVim, eran muchos los que demandaban repetirlo de nuevo. Pero por lo general, la gente lo recibió atenta y expectante.


¿Repetiréis finalmente?

Bueno, ha habido un cambio de gobierno. No va a ser fácil. Hemos recibido cuatro nominaciones al festival. Supongo que algo hemos hecho bien. En general ha tenido una repercusión más potente a nivel internacional que local. Lo que pasa es que a nivel institucional ha sido un largo y tortuoso camino. Porque como también es algo nuevo, no saben por dónde cogerlo. Ahora queremos utilizar el espacio de la ciudad de las artes y las ciencias. La idea es transformar una espacio que ya está dado. En el MuVim lo hicimos con los láseres. Le dimos la vuelta al edificio entero.


Quizá el público mayoritario no sepa cómo clasificar un festival de esas características.

Ahora nos movemos en unos parámetros que la gente no sabe muy bien cómo encuadrar. ¿Es un festival audiovisual? Sí. ¿Es de música? Sí. Pero no es cine ni teatro. Es algo nuevo que es difícil de situar.


¿Y cómo competís frente a otros festivales experimentales nacionales?

Somos un referente, porque ni el festival Mira o el LEV disponen de un escenario y artistas como los nuestros.

¿Hay una fecha confirmada?

No hay nada confirmado, pero estamos en ello.


Del coleccionista, la prensa musical y de pinchar, ¿cómo se llega a montar un festival?

Malvivo a veces y otras veces sobrevivo. Llevo más de veinte años pinchando. He estado de residente en Roxy, la discoteca de rock potente de la época, de ahí estuve en Le Club, que fue la discoteca de referencia de la cultura de Club, después he estado en Excuse Me, que ha sido un mito del clubbing. Creo que ya he tocado techo. No me quejo. ¿Mi siguiente paso qué era? Montar un festival que a mí me alimentara espiritualmente.


¿Hacia dónde se dirige Antonio José?

La cuestión es seguir adelante y diferenciarse. Hay que arriesgar. La vida es un riesgo. Trabajar en la industria cultural no es fácil.

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