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Vuelve Sugartin con Dance, un trabajo que demuestra la manera particular en que el productor entiende el sonido, ubicado en el extremo opuesto de lo comercial, lo genérico, lo que trabaja: lo que hace es, por el contrario, una especie de magma inestable de pulsaciones y resplandores, con huellas texturas melódicas y difuminadas, persiguiendo una expresión serena, espiritual, casi ascética. Todos aquellos lenguajes e influencias de los que se nutrieron dialogan en esta obra, creando nuevos, diferentes y muy evolucionados organismos sonoros.
“Dance” es una rareza que conecta a este productor con nuevos sonidos, pero sin perder su esencia festiva, donde las diferencias entre estilos musicales y épocas se mezclan y armonizan con tremenda ligereza. Endrik nos lo ha demostrado una vez más, porque en tiempos convulsos, la buena música no solo está hecha de oscuridad electrónica.
Al final, Sugartin acaba de crear una obra donde hay un equilibrio muy cuidadoso entre la ambición de sus intenciones y la grandeza de sus resultados, consiguiendo ir más allá, tarea nada fácil. Pero el nivel está arriba, y este productor puede estar orgulloso de haber rubricado y reafirmado su entrada en la historia de la música electrónica.
